Nos conocimos en otoño. Viniste porque tenías hambre y aquí había comida. Pronto nos hicimos amigos. Me esperabas a que llegase y entonces aparecías arriba en el tejado. Vale, vale, yo te doy comida y tu me dejas que te haga unas fotos...
Un frío temporal de invierno nos separó y volaste más allá de las estrellas.
Estas imágenes van por ti...
Impresionante.
ResponderEliminarYo he tenido esas experiencias, con los amigos Peti, Trepa y herrerillos.
Son la leche.
Un abrazo.
Gracias Rubén. La verdad es que fue una historia muy bonita con un final nada deseado, pero las cosas son así. La suerte fue poder captar esos momentos que quedan congelados en el tiempo, es la magia de la fotografía.
ResponderEliminarUn abrazo
Reconozco mi ignorancia en lo que a alta velocidad se refiere ... pero en cualquier caso, tus trabajos no me dejan indiferente. Realmente bonitos los resultados ...
ResponderEliminarSaludos
Todo es ponerse, seguro que darías miedo...
ResponderEliminarJajaja ... no vi tu respuesta ... no te creas, no tengo paciencia.
ResponderEliminarLa tercera, por compo, es soberbia.